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Los atardeceres

                                   

Los atardeceres como los pensamientos   vienen redondeando el cielo hasta invadir el pedazo aéreo que les corresponde y  con su anaranjado sedoso besan la franja rocosa de la tierra.

Los atardeceres también suelen bañarse en mares cálidos esbozando un movimiento que no tiene prisa, tocan el agua con la punta del pie y colorean el mar de azafrán e índigo.

Los atardeceres se toman una cerveza mirando como se desviste la luz y se desvanece en el agua oscura su collar de diamantes.

Los atardeceres son frescos y tranquilos delante del altar del tiempo, se detienen sin prisa, y luego van desapareciendo detrás de las montañas dejando un olor a ensueño en la mesa frente al mar.

A veces  lloran o tienen sabor a  nostalgia o a recuerdos y con la mano hacen un ademán y se oye la brisa de una risa antigua.

Nos recuerdan a nosotros mismos, cuando ya no esperamos a nadie y nos hacemos los desentendidos con la soledad de los vasos en la oscura noche que llega.

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